Declaración De Fe
Sección 1. La Biblia
Nosotros creemos que las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento son la Palabra de Dios inspirada, infalible, y autoritaria. (Mateo 5:18; 2 Timoteo 3:16-17). Por fe, sostenemos que la Biblia es inerrante en sus escritos originales, inspirada por Dios, y la completa y final autoridad de la fe y la práctica. (2 Timoteo 3:16-17) Aunque utilizó los estilos literarios individuales de los autores humanos, el Espíritu Santo los supervisó perfectamente para asegurarse de que escribieran precisamente lo que Él quería que escribieran, sin error u omisión. (2 Pedro 1:21)
Sección 2. Dios
Nosotros creemos en un solo Dios, quien es Creador de todo (Deuteronomio 6:4; Colosenses 1:16), que se ha revelado en tres Personas distintas – Padre, Hijo, y Espíritu Santo (2 Corintios 13:14), aunque es Uno en presencia, esencia, y gloria (Juan 10:30). Dios es eterno (Salmo 90:2), infinito (1 Timoteo 1:17), y soberano (Salmo 93:1). Dios es omnisciente (Salmo 139:1-6), omnipresente (Salmo 139:7-13), omnipotente (Apocalipsis 19:6), e inmutable (Malaquías 3:6). Dios es santo (Isaías 6:3), justo (Deuteronomio 32:4) y recto (Éxodo 9:27). Dios es amor (1 Juan 4:8), compasivo (Efesios 2:8), misericordioso (1 Pedro 1:3), y bondadoso (Romanos 8:28).
Sección 3: Jesucristo
Nosotros creemos en la deidad del Señor Jesucristo. Él es Dios encarnado, Dios en forma humana, la imagen misma del Padre, quien sin dejar de ser Dios, se hizo hombre para poder revelar a Dios y proporcionar los medios de la salvación para la humanidad (Mateo 1:21; Juan 1:18; Colosenses 1:15).
Nosotros creemos que Jesucristo fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de la virgen María; que Él es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre; que vivió una vida perfecta y sin pecado; y que todas Sus enseñanzas son verdaderas (Isaías 14; Mateo 1:23)
Nosotros creemos que el Señor Jesucristo murió en la cruz por toda la humanidad (1 Juan 2:2) como un sacrificio sustitutivo (Isaías 53:5-6). Sostenemos que Su muerte es suficiente para proveer la salvación para todos los que le reciben como Salvador (Juan 1:12; Hechos 16:31); que nuestra justificación está fundamentada en el derramamiento de Su sangre (Romanos 5:9; Efesios 1:17); y que está atestiguada por Su resurrección literal y física de entre los muertos (Mateo 28:6; 1 Pedro 1:3).
Nosotros creemos que el Señor Jesucristo ascendió al Cielo en Su cuerpo glorificado (Hechos 1:9-10) y que ahora está sentado a la diestra de Dios como nuestro Sumo Sacerdote y Abogado. (Romanos 8:34; Hebreos 7:25).
Nosotros creemos en la resurrección literal de nuestro Señor Jesucristo que se efectuó al tercer día de su muerte, como lo relatan los evangelistas (Mateo 27:60-64; Marcos 16:1- 20; Lucas 24: 1-12, 36-44; Juan 20:12-20). Esta resurrección había sido anunciada por los profetas (Isaías 53: 12) y es necesaria para nuestra esperanza y justificación (1 Corintios 15:20; Romanos 4:25).
Nosotros creemos que habrá una resurrección literal de los muertos en el Señor, en la cual serán cubiertos con un cuerpo glorificado y espiritual, con el cual vivirán para siempre en la presencia del Señor (Juan 5:29; Hechos 24: 15; 1 Tesalonicenses 4:16; Job 19:25-27; Salmos 17:15; 1 Corintios 15:35-54). Los cristianos que estén en pie, en el momento en que el Señor recoja a su Iglesia serán igualmente transformados y así irán a estar con el Señor para siempre en gloria (1 Tesalonicenses 4:18; 1 Corintios 15: 51,52).
Nosotros creemos también que habrá resurrección de injustos pero estos despertarán del sueño de la tumba sólo para ser juzgados y oír la dura sentencia que los hará herederos del fuego eterno (Mateo 25:26; Juan 5:29; Apocalipsis 20:12-15; Marcos 9:44; Daniel 12:2).
Sección 4: El Espíritu Santo
Nosotros creemos en la deidad y personalidad del Espíritu Santo (Hechos 5:3-4). Él regenera a los pecadores (Tito 3:5) y mora en los creyentes (Romanos 8:9). Él es el agente mediante el cual Cristo bautiza a todos los creyentes en Su cuerpo (1 Corintios 12:12-14). Él es el sello mediante el cual, el Padre garantiza la salvación de los creyentes hasta el día de la redención (Efesios 1:13-14). Él es el divino Maestro que ilumina el corazón y la mente de los creyentes mientras estudian la Palabra de Dios (1 Corintios 2:9-12).
Nosotros creemos que las escritura atribuyen las obras y tributos del Espíritu Santo como un ser inteligente, y que las obras de Dios como la creación, la inspiración, la dadiva de vida, y la santificación son también atribuidas al Espíritu Santo (Génesis 1:2; Job 33:4; Marcos 3:29; Juan 16:8, 13; Hechos 7:51, 10:19, 13:2, 13:4, 16:6; I Corintios 2:11, 6:11, 12; Efesios 4:30; I Pedro 3:18; 2 Pedro 1:21).
Nosotros creemos en el poder santificador del Espíritu Santo y que por su morada en el cristiano, el cristiano es capaz de vivir una vida santa (Romanos 8:5; Filipenses 2:12, 13;
I Tesalonicenses 4:3; I Juan 2:29).
Nosotros creemos que el Espíritu Santo es finalmente soberano en la distribución de los dones espirituales (1 Corintios 12:11). Los dones espirituales son para fortalecimiento del pueblo de Dios (la iglesia) y como evidencia de la existencia y el poder de Dios a los incrédulos. Los dones del Espíritu están activos hoy en día. (1 Corintios 12.:4-11; 1 Pedro 4.:10)
Sección 5: Ángeles y Demonios
Nosotros creemos en la realidad y personalidad de los ángeles. Creemos que Dios creó los ángeles para ser Sus siervos y mensajeros (Nehemías 9:6; Salmo 148:2; Hebreos 1:14).
Nosotros creemos en la existencia y personalidad de Satanás y los demonios. Satanás es el ángel caído que guió a un grupo de ángeles a rebelarse contra Dios (Isaías 14:12-17; Ezequiel 28:12.15) Él es el gran enemigo de Dios y del hombre, y los demonios son sus agentes en sus inicuos propósitos. Él y sus demonios serán castigados eternamente en el lago de fuego (Mateo 25:41; Apocalipsis 20:10).
Sección 6: El Hombre
Nosotros creemos que la humanidad llegó a existir por la creación directa de Dios y que la humanidad es únicamente hecha a la imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26-27). Creemos que toda la humanidad, por la caída de Adán, ha heredado una naturaleza pecaminosa, que todos los seres humanos escogen pecar (Romanos 3:23), y que todo pecado es sumamente ofensiva a Dios (Romanos 6:23). La humanidad es totalmente incapaz de remediar su estado caído (Efesios 2:1-5,12).
Nosotros creemos que el hombre es un ser pecaminoso en necesidad de ser redimido (Génesis 1:26-31, 3:1-7; Salmos 51:5; Eclesiastés 7:29; Juan 6:44; Romanos 5:12-21; I Corintios 2:14).
Sección 7: Salvación
Nosotros creemos que toda la humanidad está sujeta a la muerte del cuerpo como resultado del pecado. El alma y el espíritu no mueren, pero inmediatamente después de la muerte del cuerpo entran en un estado consiente de redención o condenación eterna de acuerdo al carácter aquí adquirido por rechazar o aceptar al Salvador Jesucristo (Eclesiastés 12:7; Romanos 5:12; Filipenses 1:23). La Biblia describe el infierno como un lugar real. Es un lugar de sufrimiento y separación permanente de Dios para los que mueren sin aceptar a Cristo. El deseo de Dios es que ninguno esté separado de Él por la eternidad; es por eso que envío a Su Hijo, Jesucristo. (Hebreos 9.:27; Apocalipsis 20.:12-15; Juan 3.:16-18)
Nosotros creemos que Dios el Padre nos amó de tal forma que Él mandó a Su unigénito Hijo Jesucristo. La Palabra, Jesús, se convirtió en un hombre, llevó en Su cuerpo nuestros pecados en la cruz (1 P 2:24), y murió en nuestro lugar, sufriendo las consecuencias nuestras porque quebrantamos la Ley (Is 53:4-6). Se convirtió en pecado a nuestro favor (2 Co 5:21). Como resultado, la justicia de Dios fue satisfecha y los Creyentes Cristianos somos liberados del castigo eterno. (1 P 3:18; Mt 1:21; Romanos 5; 1 Jn 2:2).
Nosotros creemos que la salvación es un regalo de la gracia de Dios a través de la fe en la obra terminada de Jesucristo en la cruz (Efesios 2:8-9). La muerte de Cristo logró completamente la justificación por la fe, y la redención del pecado. Cristo murió en nuestro lugar (Romanos 5:8-9) y llevó nuestros pecados en Su propio cuerpo (1 Pedro 2:24).
Nosotros creemos que la salvación es recibida por gracia solamente, por medio de la fe solamente, y en Cristo solamente. Las buenas obras y la obediencia son los resultados de la salvación, no requisitos para la salvación. Debido a la grandeza, la suficiencia, y la perfección del sacrificio de Cristo, todos aquellos que verdaderamente han recibido a Cristo como Salvador están eternamente seguros en la salvación, guardados por el poder de Dios, seguros y sellados en Cristo para siempre (Juan 6:37-40; 10:27-30; Romanos 8:1, 38-39; Efesios 1:13-14; 1 Pedro 1:5; Judas 24). Tal como la salvación no puede ser ganada por buenas obras, tampoco necesita las buenas obras para ser mantenida o sustentada. Buenas obras y vidas transformadas son los resultados inevitables de la salvación (Santiago 2).
Nosotros creemos que la justificación es ser declarado legalmente justo por Dios. Esta justificación es recibida solo por fe por la obra de Cristo el cual cumplió la Ley en Su ministerio terrenal y la remoción del pecado por Su sacrificio. (Ef 1:1-11; 2:8, Ro 3:23; Gá 2:21).
Nosotros creemos que un pecador es regenerado; esto es, cambiado a una nueva criatura (2 Co 5:17) puede entonces resistir su pecado y buscar incrementar su vida en santificación delante del Señor. Aquellos regenerados no buscan complacer al pecado, aún cuando pueden caer en éste, sino que deben presentar guerra al pecado y arrepentirse de éste delante del Señor.
Nosotros creemos que para la salvación del hombre perdido y pecaminoso, la regeneración por el Espíritu Santo es absolutamente esencial (Lucas 7:50, 24:47; Romanos 10:13-15;I Corintios 1:18; 2 Corintios 2:15; Efesios 2: 8-9; 2 Timoteo 1:9; Tito 2:11, 3:5-7).
Sección 8a: La Iglesia
Nosotros creemos que la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, es un organismo espiritual compuesto de todos los creyentes de la presente era (1 Corintios 12:12-14; 2 Corintios 11:2; Efesios 1:22-23; 5:25-27).
Nosotros creemos en las ordenanzas del Bautismo de los creyentes nacidos de nuevo en agua por inmersión como un testimonio a Cristo y una identificación con Él, y en la Cena del Señor como un recordatorio de la muerte de Cristo y el derramamiento de Su sangre (Mateo 28:19-20; Hechos 2:41-42; 18:8; 1 Corintios 11:23-26). Como una ordenanza de la iglesia, el bautismo es un requisito previo al derecho de gozar de los privilegios como miembro de la iglesia.
Nosotros creemos que a través de la Iglesia, los creyentes deben ser enseñados a obedecer al Señor, testificar concerniente a su fe en Cristo como Salvador, y honrarlo por una vida santa, apartada del pecado.
Nosotros creemos en la Gran Comisión como la misión principal de la Iglesia. Es la obligación de todos los creyentes testificar las verdades de la Palabra de Dios. El evangelio de la gracia de Dios debe ser predicado a todo el mundo (Mateo 28:19-20; Hechos 1:8; 2 Corintios 5:19-20).
Sección 8b: La Iglesia y el Gobierno
Nosotros creemos en la separación de la Iglesia y el estado como entes distintos, dotados por Dios de funciones paralelas, pero no opuestas entre sí.
Nosotros creemos que toda autoridad estatal, eclesiástica, laboral y familiar, ha sido establecida por Dios y debe ser respetada, acatada y obedecida, siempre y cuando no quiera torcer la voluntad Divina y lo establecido en su Palabra.
Nosotros creemos en el derecho inalienable de los padres de educar a sus hijos. Dios ordenó la familia como una institución divina desde los comienzos de la humanidad. Los hijos son la herencia que el Señor ha confiado al cuidado de sus padres. De aquí la obligación que ellos tienen ante Dios y la sociedad de velar por sus hijos, nutrir, enseñar y amonestarlos en el temor y obediencia de la Palabra de Dios desde su temprana edad. Criarlo en la práctica diaria de la oración y ayudarle a formar un carácter cristiano, de acuerdo a lo establecido en Su Palabra. (Deuteronomio 11:18; Salmo 127:3; Proverbios 22:6)
Nosotros creemos que el Estado también debe garantizar y proteger efectivamente en los colegios la libertad de enseñanza que tienen los padres de familia para educar a sus hijos menores, según sus preferencias y el tipo de educación que desean transmitir a sus hijos. De esta manera, el Estado actúa como colaborador subsidiario y no como sustituto de los padres ni como agente ideológico de los poderes estatales.
Sección 9: El Cuerpo Ministerial
Nosotros creemos que el ministerio es un llamamiento de Dios y que el Espíritu Santo confiere a cada ministro la facultad de servir a la Iglesia en distintas capacidades y con distintos dones, cuyas manifestaciones son todas para edificación del Cuerpo de Cristo y que solo puede ejercer una persona nacida de nuevo y llena del Espíritu Santo, quien distribuye los dones (Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:5-11; Efesios 4:11,12).
Nosotros creemos también que, aunque el llamamiento al ministerio es de origen Divino, la Palabra de Dios contiene suficientes enseñanzas sobre los requisitos que debe llenar la persona que vaya a servir en el ministerio y que corresponde a los gobiernos eclesiásticos debidamente organizados examinar a los candidatos al ministerio y determinar cuándo son dignos de aprobación, y la tarea a que se deben dedicar (Hechos 1:23-26; 6:1-3; 1 Timoteo 3:1-lo; 4:14; 5:22; Tito 1:5-9).
Nosotros creemos además, que el Espíritu Santo usa al ministro en distintas formas, según las necesidades de la obra de Dios y la capacidad y disposición personal del ministro. Nadie puede ser colocado en una posición más elevada que aquella a que se haga merecedor (1 Timoteo 3: 13; Romanos 12:3).
Sección 10: Las Cosas por Venir
Nosotros creemos en la bendita esperanza (Tito 2:13), la venida personal e inminente del Señor Jesucristo para arrebatar a Sus santos (1 Tesalonicenses 4:13-18). Creemos en el regreso visible y corporal de Cristo a la tierra con Sus santos para establecer Su prometido reino milenario (Zacarías 14:4-11; 1 Tesalonicenses 1:10;Apocalipsis 3:10; 19:11-16; 20:1-6).
Nosotros creemos en la resurrección física de todos los hombres – los santos para el eterno gozo y felicidad en la Nueva Tierra y los impíos para el tormento eterno del lago de fuego (Mateo 25:46; Juan 5:28-29; Apocalipsis 20:5-6, 12-13).
Nosotros creemos que las almas de los redimidos, al morir, están ausentes del cuerpo y presentes al Señor, donde aguardan su resurrección, cuando el espíritu, el alma y el cuerpo sean reunidos para ser glorificados para siempre con el Señor (Lucas 23:43; 2 Corintios 5:8; Filipenses 1:23; 3:21; 1 Tesalonicenses 4:16-17). Creemos que las almas de los incrédulos, después de la muerte, permanecen en una miseria consciente, hasta su resurrección cuando, con alma y cuerpo reunidos, se presentarán delante del juicio del Gran Trono Blanco, y serán echados al Lago de Fuego para sufrir el castigo eterno (Mateo 25:41-46; Marcos 9:43-48;Lucas 16:19-26; 2 Tesalonicenses 1:7-9; Apocalipsis 20:11-15).
Sección 11: El Matrimonio y Género
Nosotros creemos en que Dios, de forma maravillosa e inmutable, crea a cada persona como hombre o como mujer. Estos dos sexos diferentes y complementarios reflejan la imagen y la naturaleza de Dios (Gén.1:26.27). El rechazo a uno de los sexos biológicos, es un rechazo a la imagen de Dios dentro de esa persona.
Nosotros creemos en que el término “matrimonio” sólo tiene un significado: la unión de un hombre y una mujer en una unión única y exclusiva, tal como se enuncia en las escrituras (Gén. 2:18-25).
Nosotros creemos en que el propósito de Dios es que la intimidad sexual sólo ocurra entre un hombre y una mujer que estén casados mutuamente (1 Cor. 6:18; 7:2-5; Heb. 13:4).
Nosotros creemos en que Dios ha ordenado que ninguna actividad sexual íntima se lleve a cabo fuera del matrimonio entre un hombre y una mujer.
Nosotros creemos en que cualquier forma de inmoralidad sexual, incluyendo adulterio, fornicación, comportamiento homosexual, conducta bisexual, conducta transexual, bestialidad, incesto, pedofilia, necrofilia, travestismo, fetichismo, voyerismo, exhibicionismo, sadismo, masoquismo, intercambio de parejas y el uso de pornografía entre otros, es pecaminoso y ofensivo para Dios (Mat. 15:18-20; 1 Cor. 6:9-10).
Nosotros creemos que, con el fin de preservar la función y la integridad de C.E.D.A.M. como el cuerpo local de Cristo, y para proporcionar un modelo bíblico ejemplar a los miembros del C.E.D.A.M. y de la comunidad, es imperativo que todas las personas empleadas por C.E.D.A.M. en cualquier capacidad, o quienes sirvan de voluntarios, estén de acuerdo y cumplan con esta declaración sobre matrimonio, sexo y sexualidad. (Mat. 5:16; Fil. 2:14-16; 1 Tes. 5:22).
Nosotros creemos en que Dios ofrece redención y restauración a todos los que confiesan y renuncian a sus pecados y buscan el perdón y la misericordia a través de Jesucristo. (Hch. 3:19-21; Rom. 10:9-10; 1Cor. 6:9-11).
Nosotros creemos en que cada persona es merecedora de compasión, amor, bondad, respeto y dignidad (Mar.12:28-31); Luc. 6:31). El odio y el acoso o las malas actitudes dirigidas hacia cualquier individuo deben ser repudiados y no están de acuerdo con las Escrituras ni con la doctrina de C.E.D.A.M.
Sección 12: Santidad De La Vida Humana
Nosotros creemos en no practicar “muerte por misericordia” o ayudar en el suicidio (Génesis 9:5-6; Éxodo 20:13 y 23:7). Estamos opuestos a la eutanasia activa, el tomar la vida intencionalmente de una persona que está sufriendo o agonizando. Al cuidar de personas moribundas, es un deber cristiano aliviarles su dolor y sufrimiento hasta lo máximo de nuestras posibilidades, siempre que no incluya la eutanasia activa. Cuando se hace claro que la intervención médica no sanará al paciente, el objetivo principal de atención se desviará hacia el alivio de su sufrimiento. (Mateo 25:34-40; Lucas 10:29-37).
Nosotros creemos que permitir que el paciente muera como resultado de haber impedido intervenciones médicas que solamente prolongan el sufrimiento, y que postergan el momento de la muerte, es moralmente diferente a las acciones que tienen como primera intención tomar la vida directamente.
Nosotros creemos en el deseo maternal natural e instintivo de proteger. Dios le ha dado a la mujer un deseo natural de proteger a su criatura en cualquier situación de su embarazo sea planeado o no.
Nosotros creemos en la santidad de la vida humana. Toda vida humana es sagrada, Dios nos creó a su imagen y semejanza para vivir en comunión con Él. La vida humana es de inestimable valor en todas sus dimensiones, incluyendo a los bebés por nacer, ancianos, personas con discapacidades físicas o mentales y cada otra fase o condición, desde la concepción hasta la muerte natural. Por lo tanto, estamos llamados a defender, proteger y valorar toda vida humana. (Salmo 139). La Biblia enseña que solo Dios tiene la potestad de comenzar y terminar la vida terrenal y espiritual. Por tal motivo creemos en el respeto por la vida humana y en la procreación responsable y a conciencia; y, por ende, condenamos el aborto y toda forma de control natal abortivo.
Nosotros Creemos en la crianza y en el plan de adopción. La crianza y el plan adoptivo es un privilegio que debe ser reservado para una pareja heterosexual, la criatura adoptada tiene el derecho de ser criada por un padre y una madre.
Sección 13: General
Nosotros creemos que somos mayordomos o administradores de los recursos de Dios. Cada creyente es un administrador de todo lo que posee. Siendo que es Dios quien otorga toda bendición material, nosotros reconocemos que Él es dueño de todas las cosas. Por tanto estamos bajo la obligación de servir a Dios con su tiempo, sus talentos y sus posesiones materiales; reconocemos que todo nos ha sido confiado a fin de usarlo para la honra y la gloria de Dios y para ayudar a otros. (1 Cr 29:14, Stg 1:17) (1 P 4:10).
Nosotros creemos que Dios ama al dador alegre. Creemos que el método ordenado por Dios para el apoyo y la difusión de su Reino es por medio de los diezmos y las ofrendas voluntarias y debe ser practicado por ministros y creyentes igualmente. Dios nos ha dado la oportunidad de participar en expandir su reino por medio de nuestro dinero que proviene de Él. El manejo del dinero es sumamente importante en la vida de un cristiano. Los diezmos y ofrendas son oportunidades de ver la bendición y el Reino de Dios crecer.
Nosotros creemos que como sea posible, los cristianos están para vivir en paz con todos los hombres, sufrir equivocaciones, falsas acusaciones y distorsiones con caridad. Sin embargo, los cristianos son libres para defenderse a sí mismos y promover la verdad del cristianismo al corregir falsas enseñanzas y refutar el error. Son libres de usar el sistema político y sus leyes para poder promover una sociedad más devota y moral. Los cristianos están para vivir en el mundo como ejemplos de piedad y no están para participar en pasiones pecaminosas del mundo. (Judas 1:3, 1 Pedro 3:15)
Nosotros creemos que la Iglesia de Jesucristo es el cuerpo universal y espiritual de los creyentes de toda lengua, tribu y raza. Dios ha enviado al Espíritu Santo y su poder divino para que pueda cumplir con su ministerio y la Gran Comisión en la tierra. El objetivo de la Iglesia es hacer discípulos en todas las naciones y equipar a los santos. La vida de la iglesia depende del liderazgo de la misma. Debe de operar bajo los lineamientos de la Biblia y aplicar el amor y la disciplina al cuerpo de Cristo de una manera individual y colectiva. (Hebreos12: 5-11; 1Timoteo 5:20; Tito 3:10-11; Mateo 18:15-17)
Nosotros creemos que Dios tiene poder para sanar todas nuestras dolencias físicas, y que la Sanidad Divina es un resultado del sacrificio de Cristo; pues El llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores (Isaías 53:4). La sanidad del cuerpo se efectúa por una combinación de la fe del creyente y del poder del Nombre de Jesucristo que se invoca sobre el enfermo. El Señor Jesucristo prometió que los que creyeran en su Nombre pondrían las manos sobre los enfermos y estos sanarían (Marcos 16:18). Los enfermos deben ser ungidos con aceite en el Nombre de Jesucristo (Juan 14:13; Salmos 103:1- 4; Lucas 9:1-3; 1 Corintios 12:9; Santiago 5:14-16).
Nosotros creemos que la Sanidad Divina se obtiene por la fe y que en caso de que algún hermano tenga necesidad de someterse a los cuidados y ministraciones de la ciencia médica, los demás no deben criticarlo, sino considerarse a sí mismos y guardarse de encontrar condenación con lo que ellos mismos aprueban (Romanos 14:22).
Nosotros creemos que en la Sagrada Escritura no hay ninguna enseñanza ni ejemplo acerca de bautizar a los niños. Según el Nuevo Testamento, específicamente en Hechos 2:38 y 8:37 el candidato a bautismo debe haberse arrepentido de sus pecados y haber creído en Jesucristo. Por lo tanto alguien que no ha llegado a al uso de la razón puede cumplir estos requisitos. Por otra parte, la Sagrada Escritura si nos enseña acerca de la presentación y dedicación en público de los niños a Dios, durante la cual le pedimos a Dios que bendiga a los niños y la vida que tiene por delante, además de que nos comprometemos delante de Dios a instruirle y encaminarle en la fe. Cuando así procedemos estamos siguiendo una práctica admitida por el pueblo de Dios a través de todos los tiempos. No es el bautismo en agua, sino una presentación del niño a Dios, una acción de gracias y de fe, una súplica de la bendición de Dios sobre ese niño y la capacitación divina sobre los padres.
La consagración de los niños al Señor es un compromiso que los padres toman con Dios, dedicando sus hijos al Eterno Propósito de Dios, profetizando sobre su vida futura y aceptando el sacerdocio paternal, por lo cual deben ser padres que hayan experimentado el nuevo nacimiento. Dios, por su parte, “Bendice a los Niños”, los toma bajo su cobertura y los resguarda en sus brazos.
Nosotros creemos en la creación del universo por Dios, sin la necesidad de usar material preexistente, aparte de ningún proceso de evolución, y de acuerdo a lo narrado en el libro de Génesis. Las Escrituras enseñan que el origen del hombre y toda la Creación es reciente.
Nosotros creemos que Adán y Eva fueron personas reales, creados por Dios varón y hembra, exactamente como dice Génesis. No apoyamos ningún tipo de evolución. Nosotros no evolucionamos de otras especies hasta nuestra condición presente. La teoría general de la evolución no tiene base escritural y es contra los hechos.
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